Marco Málaga
es un maestro cervecero que ha trajinado por el mundo antes de recalar
nuevamente en nuestras tierras. Desde los 16 años, apenas egresado del colegio,
sabía bien que su destino estaría ligado a las maltas, lúpulos y levaduras. A
falta de una carrera específica en el mercado universitario, se matriculó en
Industrias Alimentarias de La Agraria y no bien aprendió algunas técnicas se
mandó a preparar cervezas artesanales en su casa. Prueba y error intentando
varios tipos hasta que en 1994 viajó a Estados Unidos y descubrió un
inimaginable mundo cervecero lleno de estilos, aromas y texturas que no
hicieron más que ratificar su vocación. Estudió, se perfeccionó, trabajó.
Primero cayó en Mamut Brevery, un espacio donde la gente va a tomar diferentes
cervezas artesanales, no es un bar propiamente dicho, sino más bien un
laboratorio donde se cocinan cervezas de alta calidad y variados estilos. Luego
hizo carrera en Budweiser como maestro cervecero y fue director técnico cervecero en AB InBev
(responsables del 20% de cervezas que circulan en el mundo). Ahí decidió parar
el mundo, bajarse de la vorágine de los aviones, tomarse un par de años
sabáticos y dedicarse a su familia.
En medio del
ocio contemplativo intercalado por algunas consultorías, conoció a Milko
Machaca y Tato Silva quienes tenían una pequeña cervecería artesanal. Le
entusiasmó el proyecto, la pasión cervecera de sus futuros socios y la
prolijidad de la planta. Allí entran a tallar los gatos como el isotipo de
identidad corporativa.
Según Marco en
el mundo existen ciento treinta estilos cerveceros perfectamente catalogados y
un millar de subcategorías. Aunque son solo cuatro los elementos de la cerveza
(agua, malta, levadura y lúpulos), la variedad de maltas (según los cereales) y
de levaduras (más de cincuenta “razas”), permiten crear una cantidad inagotable
de cervezas diferentes.
Por lo pronto, Siete Vidas propone cuatro etiquetas que acaban de debutar en sociedad. Cada una es fiel representante de su estilo. La hefeweizen (4,8º) es del estilo de Alemania del Sur: ligeramente turbia, refrescante, con tonos cítricos que la hacen ideal para el verano. Acompaña un sudado o chicharrón de pescado. La pale ale (5,3º) es de tradición inglesa, tiene un color dorado intenso, aromas a maracuyá y durazno y amargor amable. Acompaña cebiches o comida picante. American Red (6,5º), fiel representante de las tierras americanas de California. Tiene un color rojizo marrón, sabores a nueces y caramelo con un toque tostado. Si lo prueba con chifa o ají de gallina aplaudirá. Cat ipá (7,5º), creación heroica del grupo con estilo clásico americano. De color dorado profundo, buen cuerpo y final seco, muy equilibrado y fácil de tomar pese a la alta gradación alcohólica. Va bien con carnes y embutidos especiados, si son artesanales mejor. Pruébelas con confianza que aquí no hay gato encerrado.
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