Nieto y abuelo: tres generaciones a cargo de Pasamayito |
No estoy segura si figura en las guías de gastronomía pero el boca a boca
funciona a la perfección. Hace 70 años don Augusto, por entonces un delgaducho
pero fibroso adolescente, salía a pescar en las madrugadas aprovechando la
prodigalidad excepcional del mar de Asia, concretamente de la zona de
Pasamayito (ahora, ay, amenazada por los proyectos inmobiliarios, los del gas
de Camisea y las petroleras que utilizan tecnología de prospección sísmica, es
decir, emplean explosivos que envían ondas de choque hacia el fondo del mar).
Augusto llegaba siempre a casa con la barcaza llena de lenguados, chitas,
pejerreyes, tollos, lornas, rayas, jureles, bonitos y corvinas; también entraba
calamar, pulpo y pota. “Una tarde mientras contemplaba el bello ocaso de sol me
puse a pensar que muchas personas podían disfrutar de las delicias que traía el
mar y más aún de la riquísima sazón de doña Juana y se nos ocurrió abrir un
restaurancito a orillas de mar”, rememora hoy a sus ochentaitantos bien
llevados años.
Pasó el tiempo, los hijos crecieron, los nietos llegaron y tras varias
mudanzas siempre por misma la zona como buenos aseanos (gentilicio que nombra a
los pobladores de Asia), el local fue mejorando con el beneplácito de los
vecinos y el favor de los viajeros que se apeaban para probar un cebiche, un
sudado o una jalea de mariscos.
Lo que fue un kiosko de carretera se transformó
en un amplio comedero de material noble y cocina esmerada en manos de Luis
Miguel Napan Paredes, nieto de don Augusto, quien comparte peroles con sus tías
Saida y Kathy Paredes cuajadas en estas lides ya que fueron ellas quienes
sostuvieron la cocina en los años precedentes, antes de que Luis Miguel optara
por estudiar en D’Galia de donde salió con diploma, técnicas e ideas para
aplicar en el negocio.
Es una cocina de pocos ingredientes donde reinan los frutos de mar,
aunque en su Carta figuren lomo saltado, bisté, arroz chaufa y algún pollo
desubicado. En Pasamayito las estrellas son los cebiches de corvina, lenguado o
mixto, mejor que el tiradito de rocoto cortado en tiras gruesas, no en láminas,
por opción del cocinero que asegura que el sabor del delicado lenguado se
pierde cuando el corte es muy delgado. Tiene lógica, sobre todo si la salsa de
rocoto que lo acompaña es de veras muy picosa.
Le pisa los talones el estupendo
tacu tacu con pescado o pulpo saltado que llega en generosa porción con la
cebolla ligeramente crujiente, el tomate entero y los trozos de pescado
jugosos. Otras opciones son chicharrones, jaleas y arroz con mariscos. Luis
Miguel sigue trabajando con los peces que bota el mar ese día. Dice que una vez
que el mar andaba alborotado y los peces habían huido de la orilla se le
ocurrió comprarlos en Lima. Crasa decisión que no fue perdonada por los asiduos
clientes que al toque se dieron cuenta de la suplantación. El que sabe, sabe. O
sea que nunca más buscaron sus productos más allá del kilómetro a la redonda.
Pasamayito es un puesto de carretera que abunda en sabor pero también en
moscas. Al final de la tarde, unas llantas pintadas de colores encendidos
sirven de asientos a jóvenes que se refrescan con cerveza, solitaria bebida
alcohólica que expenden en el lugar.
Ficha técnica. Pasamayito, Panamericana Sur Km. 102, Asia (altura del
paradero Asia). Teléfono: 4044638, 983723756. Horario de atención: de lunes a
domingo entre 10 de la mañana y 6 de la tarde. Precio por plato: S/. 35 soles.
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