Dicen que las
cocinas reflejan la personalidad de sus dueños. En el caso de Catalina 555 el
proverbio se cumple a cabalidad. Una vocación por el perfil bajo, la docencia
en la práctica y la rigurosidad en la ejecución, hacen del cocinero y el
restaurante una dupla a la que vale la pena prestar atención.
Conocí a Heinrich Herold en el Mistura pasado cuando compartimos una mesa como jurados de uno de los concursos. Su sapiencia en técnicas y manejo del producto y su sencillez para comunicarse con los participantes fue el primer campanazo que me alertó sobre la presencia de un profesional serio que conocía la tradición y se sentía cómodo con las técnicas contemporáneas.
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Torrejitas de choclo y pastel de choclo con ossobuco |
Ir al
restaurante, repetir la visita y probar casi toda la Carta no hicieron más que
confirmar una excelencia que no abunda en nuestro medio. Sus platos son de
factura clásica, entre brasería y picantería, pero con toques personales
administrados con cautela, conocimiento
y entusiasmo.
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Arroz meloso con chancho y legumbres |
Podría comer
todos los días su diáfana versión del sudado que solo lleva chicha de jora,
cebolla y tomate en gajos y ají. No necesita nada más. La discreta compañía de
unas yucas sancochadas hace que el sudado brille por sí mismo. El esquema se
repite con la causa coronada de bonito escabechado y jalea de pejerrey; la
zarza de lapas (que sentí un tanto chiclosas) y chicharrón de calamar; el
delicioso salpicón de pecho con vinagreta de cocona y patacones; y el exitoso
pastel de choclo (que me pareció un pelín dulce) relleno con guiso de osobuco
deshilachado. Platos bien concebidos y mejor ejecutados.
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Comensales entusiastas y al fondo la cocina abierta con Heine al mando |
En platos de
fondo la oferta es restringida pero contundente. Me enamoré del arroz meloso de
chancho con legumbres y loche (con una capa delgada de concolón que prolonga el
disfrute) y mis compañeros de mesa lo hicieron con el chaufa charapa. El lomo
saltado llega con la carne jugosa, las papas crujientes y unos platanitos fritos
que aportan un dulzor increíble que equilibra la intensidad del guiso. Hay
otros platos que también merecen una mención: la bondiola braseada con pallares
y portobellos, el asado de tira estofado en cerveza negra y los bucatini a lo
macho con pejerrey crocante. Los porciones son generosas (demasiado para mi
gusto porque no permite probar más opciones en una visita), sirven en fuentes.
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No hay carta, todo se anuncia en pizarras |
Ni los postres
ni su carta de vinos están a la altura de la cocina. Más bien ofrece variadas
etiquetas de cerveza y coctelería clásica en base a pisco.
Ficha
Técnica: Avenida Santa Catalina 555, La Victoria. Tel: 6372689. Horario de
atención: martes a domingo solo almuerzos. Precio promedio por plato: S/ 45
soles. Estacionamiento en la calle.
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