Ochocientos años de
ocupación árabe dejaron su impronta en la bella Andalucía, tanto que para
algunos románticos es “un Oriente cercano y confortable”. El arte mudéjar
(palabra que procede de la islámica “muddayab” que designa a los musulmanes que
habitaban tierras cristianas) conserva su misterioso esplendor en innumerables rincones andaluces que los
vencedores españoles cristianos supieron conservar y poner en valor.
Un viaje organizado
por la Consejería de Turismo y Comercio de la Junta de Andalucía llevó a cinco
periodistas peruanos a recorrer parte de esa región para conocer su
gastronomía, los encantos lugareños y su oferta hotelera (el buque insignia es
la cadena Paradores, red de alojamientos instalada en palacios, antiguos conventos
o castillos medievales y comprometida con su entorno natural e histórico. De
hecho es la cadena hotelera europea con mayor número de establecimientos
certificados por la norma de calidad ISO 9001 y la Q que legitima la calidad
turística).
La impactante
belleza de la Alhambra de Granada con sus palacios nazaríes, la Alcazaba y el
Generalife, loada mil veces por visitantes de toda laya, merece ser admirada
con calma y regocijo. Las guías locales propuestas por los anfitriones
Francisco García y José Luis sumaron conocimiento histórico a la gracia natural
de los andaluces.
En Málaga, ciudad
fundada por los fenicios y cuna de Pablo Picasso, se encuentra un pequeño museo
inaugurado el 2003 que exhibe obras de la colección de Christine y Bernard Ruiz
Picasso, nuera y nieto del artista. El museo organizado temáticamente despliega
la amplia variedad de estilos, materiales y técnicas que Picasso transitó en
vida. “La maja con mantilla” (en realidad la musa es la rusa Olga Khokhlova, su
primera esposa) es un homenaje a los grandes maestros españoles que lo
inspiraron.
Málaga es la puerta
de entrada a ‘los pueblos blancos’, pintorescos poblados que conservan sus
murallas medievales y sus calles estrechas y adoquinadas, como Arcos de la
Frontera, Ronda y Jerez.
Su gastronomía
fresca y mediterránea abunda en pescados y mariscos fritos en aceite oliva,
boquerones (anchoas) al vinagre, salmonetes, gambas a la plancha o el delicioso
rabo de toro a la Rondeña.
Los dulces son de raigambre árabe y llegaron a
América a través de los conventos. En Ronda probamos magdalenas, churros, alfajores,
bienmesabe (pero sin camote ni leche como en el Perú sino con almendras y
bizcocho), unos maravillosos canutos de almendras llamados ‘huesos de santo’
(similares a los ‘cuernos de gacela’ que probé luego en Marruecos) y los
pestiños, masa frita en aceite de oliva y pasada por miel (que también se come
en la Pascua judía, lo que indica un origen común vinculado a celebraciones
religiosas).
En Jerez visitamos
la bodega González Byass, diseñada por el francés Gustave Eiffel en 1862 y
famosa por elaborar el jerez Tío Pepe (líder mundial en ventas de Fino). En sus
bodegas guardan botellas de amontillado y palo cortado, así como un
espectacular brandy de jerez.
La última parada en
Sevilla fue coronada con un almuerzo en el Centro Gourmet del Corte Inglés que
ofrece a los turistas una ‘gourmet experience’ con degustación de los productos
seleccionados de su tienda (como el excelente jamón ‘Cinco Jotas’), pinchos,
productos ibéricos, ahumados, carnes y postres a discreción.
Mención especial
para el Museo del Flamenco dirigido por la gran Cristina Hoyos, donde no solo
se muestra la trayectoria del flamenco a través de los años sino la pasión y el
duende del cante jondo y el baile con un cuarteto de músicos que dejan la piel
de gallina y el rostro humedecido. Ovación y agradecimiento para ellos.
Artículo publicado originalmente en CARETAS el 13 de noviembre 2014
Artículo publicado originalmente en CARETAS el 13 de noviembre 2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario