Repaso de once días de Feria y tres días de Congreso
Artículo publicado originalmente en Caretas Ed. 2403
Gordon
Ramsay, el antipático y mediático cocinero inglés (amén de frustrado
futbolista), da de gritos en la pantalla insultando y vejando a uno de sus
cocineros. Es su estilo. A punta de alaridos y maltratos ha conseguido 16
estrellas Michelin y una fortuna de US$ 38 millones de dólares anuales, según
la revista Forbes. Es el anti-cocinero según los nuevos cánones de la
gastronomía moderna y es lo que muestra el sociólogo Bruno Rouffaer en la
primera exposición de Qaray, el estimulante evento organizado por Jean Edouard
Tromme en las instalaciones de Telefónica como parte del paquete Mistura que
anualmente organiza Apega.
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Bruno Rouffaer |
Con poca
publicidad y regular asistencia (en Mistura no hubo un solo letrero que
vinculara las conferencias con la Feria; en cambio se promovió hasta el
cansancio la web Lima Sabe lanzada al aire el pasado viernes), verdaderos
maestros en su oficio desfilaron por el escenario telefónico, cedido
graciosamente por la Fundación ante el riesgo de cancelar el evento por falta
de auditorio en el campo ferial de Mistura.
Los
conferenciantes más que charlas eruditas se enfocaron en sensibilizar a los
asistentes, reflexionar en conjunto y transmitir su experiencia para demostrar
que hay muchas otras opciones que los pueden vincular al quehacer gastronómico
sin estar necesariamente al frente de un restaurante.
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Tristam Stuart |
El
activista inglés Tristam Stuart mostró fotos de sus “vacaciones” en Perú: una
montaña de naranjas tiradas en el desierto, cientos de espárragos botados a la
vera del camino, miles de cebollas blancas abandonadas en cualquier lugar.
¿Cuál era la razón de tamaño desperdicio? Aunque parezca mentira fueron
argumentos absolutamente deleznables: alguna cicatriz en la piel de la naranja,
un espárrago medio chueco, una cebolla blanca más pequeña que sus pares. “Los
países occidentales botan casi la mitad de sus alimentos, no porque estén
malogrados sino porque no son bonitos”
denuncia a voz en cuello. “Son 40 millones de toneladas que se desperdician en
EEUU con las que se podrían alimentar mil millones de personas. Un tercio del
costo de producción (agua, trabajo, abonos, tiempo) se tira a la basura”, dice
con seguridad y cifras que respaldan su enfado. Todos salimos de la charla con
el firme propósito de convertir en sopas, cremas o abono orgánico los restos de
vegetales. Con más pericia, oficio e imaginación el cocinero Palmiro Ocampo
tradujo a la práctica el empleo de los productos desperdiciados. Esa misma noche,
preparó junto con Stuart y varios voluntarios una suculenta sopa con hojas de
cebolla a las brasas con puré de espárragos y mistura de naranja confitada para
200 comensales de la Fundación Don Bosco.
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Bernard Lahousse |
“Es
preocupante que se sepa más sobre la temperatura al interior de las estrellas
que al interior de un suflé”, dijo el científico húngaro Nicholas Kurti. Y es
otro científico, el belga Bernard Lahousse, quien analizó el ADN del ají
amarillo, el rocoto y el huacatay para, a partir de ellos, encontrar
combinaciones armoniosas e insólitas. “El 80% del gusto está determinado por el
olfato”, dice y luego precisa que tiene 1,600 aromas en la base de datos para
combinar. El encargado de plasmar estas mezclas fue Diego Muñoz quien creó un
plato con ají amarillo, maracuyá, tocino, almendras, kion, arándanos, tomates y
papas asadas. “Funciona”, concluyó el chef.
Pero sin
duda el más histriónico de todos los ponentes fue el carnicero Dario Cecchinni.
El italiano hizo su ingreso al escenario con música de hard rock; cortó un
cerdo entero en tres minutos al ritmo trepidante de la batería sin siquiera
ensuciarse el mandil; confesó que pese a ser la octava generación de cocineros
su primer bistec lo probó a los 18 años; recitó una estrofa de La Divina
Comedia; celebró sus 60 años; y parafraseó a Shakespeare: to beef or not to
beef. El público conmovido le cantó happy
birthday.
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Dario Cecchinni |
Este es el
segundo año de Qaray y el primero fuera de Mistura, aunque la idea de incluir
conferencias magistrales está desde la primera feria llamada entonces Perú
Mucho Gusto. La mudanza de local debería adoptarse como definitiva dado que el
70% de participantes son latinoamericanos que vienen especialmente para el
congreso, lo que revela un compromiso regional. Me inclino a pensar que dados
los intereses ya no complementarios sino hasta contradictorios del combo
Mistura/Qaray, este último evento debiera realizarse incluso en fechas
diferentes a Mistura. Digo, es un decir.
Mistura,
como era de esperarse cerró en olor a multitud con 20% más de asistencia que el
año pasado según sus organizadores, y declarada por primera vez “evento de
interés nacional” por el Gobierno Central, que dicho sea de paso debería pasar
de la declaración a los hechos y promover un recinto ferial multipropósitos
adecuado.
El Gran
Mercado, la presencia de productores y cocineros de toda laya, las recetas
preparadas en vivo por los chefs más mediáticos como si fuera un reality, las variopintas comparsas folclóricas
que aparecen en el momento menos pensado, los concursos, en fin, el espíritu
misturero sigue siendo una fiesta celebratoria de nuestra gastronomía, aunque,
también hay que decirlo, cada vez se torna más propicia para la comilona que
para la reflexión.
Los
directivos de Apega deben replantear la presencia desproporcionada del Mundo
Cervecero (que a este ritmo va camino a convertirse en la feria de Backus, no
de Apega) y su competencia desleal con los cerveceros artesanales. Mientras el
gigante vendía vasitos a S/. 2.50 en un auditorio enorme y central, los
camioncitos artesanales relegados a un extremo del parque estaban obligados a
vender sus botellas a S/. 15. Así y todo fue saludable encontrarse con cinco
cervecerías que ofrecieron 16 variedades de lo más interesantes. Algo bueno se
viene cocinando en ese rubro.
Fue
relevante la presencia multiplicada en varios formatos de la gastronomía
arequipeña, que ya es tiempo que demuestre que no solo de ocopa y rocoto está
cimentada su fama. Santos Ruiz, el español experto en arroces que disertó en
Qaray, despreció la chicha de jora pero lanzó piropos a la de guiñapo. Va para
el anecdotario de buenas intenciones para traspasar fronteras.
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Harold McGee y Virgilio Martínez |
Harold McGee,
el gurú de los procesos químicos que están detrás de la construcción del sabor,
rompió ilusiones al afirmar que el repudiado glutamato monosódico no genera
alergias ni intolerancias, aunque recomendó que si se usara en los restaurantes
debiera indicarse en la Carta. Una tibia posición que poco ayuda a la campaña por una culinaria saludable. Lo acompañó Virgilio Martínez que es otro mago
en la construcción de sabores. Por lo demás, el químico norteamericano elogió
el aceite Kkulli del tacneño Gianfranco Vargas que acaba de ganar dos medallas
de oro en un congreso internacional en Los Ángeles. Gianfranco y la italiana
Beatrice Peruzzi expusieron sobre su apasionante oficio tan ligado a su familia
y a su propio desarrollo personal. Lo que confirma que detrás de cada producto
hay una hermosa historia que contar.
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Gianfranco Vargas |
Finalmente,
los simpáticos y barbarrojas hermanos Mast, con pinta de predicadores budistas
más que de chocolateros, cerraron el Congreso al lado de nuestra joven
pastelera María José Jordán, finalista en el certamen Young Chef 2015
organizado por San Pellegrino. Fueron 16 temas y cerca de 40 expositores
durante tres días. Es un buen inicio, dar de comer a las neuronas, colmar la
imaginación y alimentar la memoria suele ser un reto más difícil pero tan
necesario como llenar la panza.
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