El Fondo Editorial de la Universidad San Martín de Porres acaba de
lanzar un puñado de libros dedicados a
la gastronomía. De todos ellos, quiero referirme a dos porque están dedicados a
honrar la trayectoria de Julia Novoa, madre de Isabel Álvarez y fundadora de El
Señorío de Sulco, y la de Teresa Ocampo, maestra, amiga y pionera escrito por
Paola Puig Ulloa.
Son dos libros de enfoques diferentes pero emparentados en el espíritu,
son homenaje y presencia, pasado y presente, memoria y futuro. La historia es
una continuidad de hechos, sin ellos es imposible entender el aquí y el ahora,
tampoco el mañana. La historia de la cocina peruana viene de antiguo, no es un
boom que explota en un instante de la nada sino que ha sido construida con
paciencia y en silencio, generalmente por mujeres que cumplían ese “ritual
atávico y ancestral de cocinar”, al que se refiere Isabel.
“Las manos de mi madre” es un
libro nostálgico, a veces triste, otras resignado, pero siempre afectuoso y
amelcochado. Isabel recuerda a su madre a través de los objetos cotidianos más
humildes: las ollas de barro, el estropajo, el batán, la tabla de picar, la
escoba; también de los productos básicos de una cocina casera de raíz
provinciana donde las papas, choclos y sopas eran pan de todos los días y a las
actividades cotidianas como hacer la plaza o planchar. Es una suerte de diario
íntimo donde la autora exorciza su dolor y sus culpas, como “el no haber
fotografiado nunca (las) manos” de su madre, aquellas que “pelaban, amasaban,
contenían, transformaban y daban vida”. No es un libro gozoso ni celebratorio,
es melancólico y entrañable. Isabel, antropóloga e investigadora, saca a luz su
faceta de compositora al insertar poemas y canciones que compuso llevada por el
dolor de la pérdida. Hay poco, casi nada, sobre los orígenes del restaurante El
Señorío de Sulco, que yo tuve el privilegio de conocer en su local primigenio.
No queda duda que la intención no es hablar del hoy reconocido restaurante sino
del vínculo afectivo madre-cocina-mundo.
“Teresa Ocampo, la historia de mi cocina”, recrea la vida de Teresa a
través de sus recetarios, y su labor pionera a través de los medios de
comunicación. La tradición culinaria de Teresa empieza con su trastarabuela
Antonia Suárez, continúa con su tatarabuela Mercedes Picoaga, sigue con su
bisabuela Antonia Nadal, luego su abuela María Carlota Garmendia y finalmente su
madre Carlota Oliart. Todas excelentes cocineras y comunicadoras cuya vida
transcurrió a caballo entre los negocios y la cocina. Los recetarios legados y
enriquecidos por cada generación, muestran la simbiosis entre la cocina vasca
de sus antepasados con la andina primero y la criolla después. Algunas de estas
recetas se incluyen en este volumen.
Uno de los libros más celebrados de Teresa
se titula “Las recetas de mi madre”, amén del archiconocido y pirateado “¿Qué
cocinaré?” publicado por encargo de Nicolini. Tuve el privilegio de trabajar
con Teresa cuando edité los coleccionables de cocina en El Comercio y doy fe de
su profesionalismo, sencillez y amor enorme por la cocina. Gracias a ella, las
recetas funcionan “sin secretitos” y muchas de ellas sobreviven por su
persistencia y sabiduría para acercarlas al gran público. Estos libros hacen
justicia a dos mujeres maravillosas, y con ellos a las miles que todavía
permanecen ocultas tras los fogones.
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