Cuando en el 2007 un
grupo de 32 personas convocadas por Gastón Acurio nos reunimos en Chiclayo para
crear Apega nos fijamos dos objetivos fundamentales: apostar por las cocinas
regionales y por los productores, binomio que representa el potencial de
nuestra gastronomía.
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Palmiro Ocampo tuvo a su cargo la parte gastronómica |
En la primera versión de Mistura, el año 2008, nació el proyecto “Herederos de
la cocina peruana” con la finalidad de dar protagonismo a nuevas generaciones
de cocineros. Esas ideas primigenias siguen vigentes y han fructificado. En el
camino han surgido nuevos retos y nuevas exigencias que deben enfrentarse a
través de debates e innovaciones. Así evitamos que organizadores y
participantes nos durmamos sobre los laureles cayendo en una dañina
autocomplacencia o, en el otro extremo, celebrando nuestra autodestrucción.
Luego de nueve años de
vigencia (y con cuatro hectáreas más de espacio que hizo que la feria pareciera
más amplia y ordenada) Mistura cerró en olor a multitud (las cifras oficiales
pueden confrontarse con Sunat o Teleticket), con más presencia de los Gobiernos
Regionales (el del Callao propuso una divertida recreación de La Punta con ambientes
emblemáticos, graffitis y ritmo de
salsa) y novedades como el stand de los pescadores-cocineros, el pabellón de
México, país invitado, y la presencia de nuestros cocineros más reconocidos guisando
en el Gran Mercado en dos turnos por día y vendiendo la porción a cinco soles.
Sin embargo, no creo que el éxito o fracaso de una feria se mida por la
extensión, número de visitantes, patrocinadores o expositores, pienso que
nuestra gastronomía va más allá de ese reduccionismo.
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Alumnos de la Escuela Colombia que ganaron en el concurso Interescuelas |
Este fue el año más
difícil según sus organizadores. El no tener un espacio propio los obliga a
armar y desarmar la feria a un costo de quince millones de soles. El retiro de
algunos auspiciadores fuertes (el año pasado la enorme presencia de Backus
llevó a pensar que la feria ya no era gastronómica sino cervecera) y la
ausencia de pabellones tan importantes como el del café, el chocolate y los
dulces (en esta versión presentes pero dispersos a lo largo del mercado)
resienten el resultado.
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Debemos deschanchopalizar la feria |
El punto más débil -y
que Apega debe afrontar cuanto antes- es el foro de reflexión donde los especialistas
aborden el universo gastronómico desde diferentes ángulos. Esta idea nunca
llegó a cuajar del todo. En las primeras versiones el foro tuvo una tarifa alta
y adicional a la entrada, luego se eliminó el pago sin mejorar los resultados,
finalmente el año pasado se descentralizó pero Qaray tuvo muy poca concurrencia
pese a la enorme calidad de los expositores.
Mistura es la marca de
mayor recordación entre los peruanos y con la que se sienten más identificados.
Su modelo se replica en provincias y se estudia en el exterior al punto que
Apega evalúa franquiciar el modelo. Es indudablemente
una fiesta popular cuya existencia debe reforzarse, retroalimentarse y
renovarse con los principios de ética, transparencia y generosidad que
iluminaron sus inicios.
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Bareto en la fiesta de clausura |
Quizás en el futuro
sea necesario pensar en dos Misturas: una fiesta popular masiva con puestos de
comidas y bebidas, espectáculos, conciertos y como alguien sugirió “hasta con juegos
mecánicos”, donde la gastronomía acompañe la diversión, y otra más reflexiva,
“deschanchopalizada”, organizada en torno al Gran Mercado, mucho más pequeña,
centrada en la investigación, innovación y propuestas, que vuelva a los
orígenes, que mire más nuestra despensa y a partir de allí seguir desatando
energías para construir la identidad gastronómica peruana.
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