Nadie duda que atravesamos una etapa de crecimiento económico que también se refleja en
varias ciudades del país. La gastronomía contribuye enormemente a este auge,
demostrado en el 10% de crecimiento que tuvo la actividad restaurantera durante
el año pasado. Cada vez son más las empresas y personas ligadas a este sector
(6% de la población limeña trabaja en negocios vinculados a la restauración),
se multiplican los microempresarios gastronómicos y se afianzan los grupos empresariales
ligados a la cocina que expanden sus negocios a otras ciudades del Perú y del
extranjero con el aplauso de la prensa especializada.
El espaldarazo obtenido
con el premio World Travel Award 2012 que designó al Perú como el mejor destino
culinario del mundo, nos obliga a trabajar con ética y proteger los logros
obtenidos.
Pero como de todo hay
en la viña del Señor, este desarrollo también despierta angurrias y no falta
quien se ponga a cosechar frutos sin haber sembrado las semillas. Tres casos
sirven de ejemplo para alertar a las autoridades a tomar la sartén por el mango
antes de que los inescrupulosos proliferen como plagas.
Hace un año, Jaime
Pesaque encontró en facebook una página con su nombre, su logo y una Carta muy
similar a la de Mayta, pero registrada bajo el nombre de Mayta Lounge Bar en
Chimbote. Como buen caballero, se contactó con el personaje, le pidió que no
usara su nombre que sangre, sudor y lágrimas le había costado. El muchacho
accedió, alegó desconocimiento, se disculpó y Jaime le creyó. Sin embargo,
varios meses después, el barman del Mayta-bamba,
asumiendo que se trataba del mismo local, llamó al de Lima para pedirle
detalles del chilcano de maracumango que causaba sensación entre los
consumidores. Recién ahí Jaime Pesaque interpuso acciones legales. Ahora está
en manos de Indecopi a la espera que esa entidad del Estado resuelva con celeridad,
más aún cuando Mayta abrirá el próximo 15 de marzo su primer local en Hong Kong y es indispensable que proteja su marca.
Con un prestigio construido
paso a paso durante más de treinta años, José del Castillo vio con estupor que
La Red se multiplicaba por varios distritos con el nombre apenas disimulado
tras añadidos o apóstrofes. De esto han pasado casi diez años, pero entonces
Indecopi actuó con rapidez y clausuró a los impostores. Hace algunos meses, en
la avenida Benavides abrió La Red del Pescador, cebichería registrada ante
Indecopi que seguramente no reparó en que el nombre se presta a confusión pues
La Red también tiene un registro a su nombre en el mismo rubro y hace una punta de años.
Al Fiesta Gourmet de
Héctor Solís le nació un clon. Es el Fiesta Arequipa, restaurante de cocina
chiclayana, que oh, casualidad, pone entre sus especialidades el cebiche
caliente a las brasas (hecho con perico no con mero), el arroz con pato servido
en ollita de fierro y hasta el costillar de cabrito con emberre de papas (palabreja inventada por Héctor). No está demás
señalar que los sabores y productos de esos platos no tienen nada que ver con
los originales, lo que desconcierta a los comensales que acuden al local buscando
la irrepetible sazón de los Solís. La cereza de la torta son las fotos que
aparecen en el facebook del copista y que pertenecen al archivo del Fiesta
Gourmet auténtico. ¿Pruebas? Saltan a la vista, pero no fueron suficientes para
Indecopi que desestimó la orden cautelar para cerrar y embargar el local. La
denuncia está puesta desde noviembre del año pasado ante la Comisión de Signos
Distintivos de Indecopi.
Denunciar estas
prácticas tóxicas forma parte del conocimiento empresarial gastronómico, porque
los cocineros invierten tiempo, dinero, energía en crear un concepto y mantener
su capacidad de innovar. Ojala que Indecopi, que está trabajando el tema de
patentes, denominación de origen, registro de propiedad intelectual, marcas
colectivas, entre otras, enfrente con rigor a estos pepe el vivo que tanto daño hacen a un país que intenta construir
su futuro.