Hace buen
tiempo que Karissa Becerra puso los ojos (y la paciencia) en educar el paladar
de los niños (con los adultos la batalla está casi perdida). La iniciativa es
novedosa en Perú pero no en el mundo. En Finlandia (los mismos que tienen el
primer lugar en educación según el informe PISA) la exploración sensorial es
parte fundamental de la currícula educativa de cualquier niño, aprendizaje
temprano que a la larga los predispone para comer de forma saludable durante
toda la vida. Alimentarse es aprender.
A través de
La Revolución, una organización sin fines de lucro, Karissa y un grupo de
profesionales ofrecen talleres para educar a los niños en temas relacionados
con la alimentación, desde el cuidado del medio ambiente hasta la estimulación
del gusto.
Uno de sus
últimos proyectos se llamó Ensalada de lombrices, un cuento ilustrado presentado
en el marco de APEC donde buscan crear conciencia sobre el reciclaje natural.
Lo realizó Karissa junto con Arlette Eulert de Matria y Tete Ballón de Cultiva
Lima. La venta de publicaciones y la realización de talleres les permite
financiar proyectos sociales de La Revolución.
Otro es la
ChocoRevolución, un proyecto desarrollado con Vilsic Bocángel de Amazona
Chocolate pensado para los niños: un producto rico, con alto porcentaje de
cacao pero baja cantidad de azúcar, cultivado en espacios protegidos que cuidan
la biodiversidad al tiempo que promueven la educación ambiental. Este
chocolate, NO ES GOLOSINA, se fabrica con tecnología de punta de otro aliado,
Bomboneria di Perugia y se presenta en empaques individuales de 8 gramos en
cajas de doce unidades diferenciadas por su procedencia y porcentaje de cacao.
Vilsic es un
apasionado de lo que hace. En su proceso de investigación ha encontrado zonas
protegidas donde sobreviven cacaoteros de casi cien años y otra zona donde se
da una variedad que podría considerarse típicamente peruana. La Morona. Por eso
sus chocolates tienen trazabilidad absoluta.
El de 70%
viene de la zona del Limonal, en el pueblo La Pareja, distrito San Juan de
Bigote, provincia de Morropón, departamento de Piura. Produce diez toneladas al
año y es un teobroma que representa la biodiversidad.
El de 72%
viene del valle de Chanka, provincia de Lamas, departamento de San Martín. Es
un blend que rescata variedades nativas; en su ADN se encontraron hasta siete
tipos varietales de cacao. Solo da en una finca del valle y produce máximo dos
toneladas al año.
El de 73%,
variedad trinitario injertado en los años 80 a partir de un proyecto de la ONU
para apoyar a una comunidad que salió de Lamas y se instalaron en Huinguyacu,
distrito de Bellavista, provincia de Mariscal Cáceres, región San Martín. Es
afrutado y aromático con notas de miel y manzana. Es ideal para la Navidad.
El de 74% es
la única zona donde conviven la variedad forastera (30% cacaoteros viejos) y
trinitario (70%) creando su propio perfil luego de una larga convivencia. Viene
del distrito de Shunté, provincia de Tocache, región San Martín.
El de 78% es
el Morona, cultivado a orillas del río del mismo nombre, en el departamento de
Piura y tiene un ecotipo típicamente peruano.
Los encuentra
en las ecoferias y tiendas donde venden los productos de Amazona Chocolate y en
La Revolución https://larevolucion.peru