8.04.2011

MADRE TERESA DEL PERU


Por deferencia a la revista CARETAS que iba a publicar hoy esta nota, no la subí al blog. No salió, por lo que puede parecer extemporánea, sin embargo, mi homenaje a esta gran cocinera sigue omnipresente.
La foto pertenece a la portada del libro escrito por Mariella Balbi y publicado por Promperú en el 2006.

Por cientos de razones vamos a recordar a Teresa Izquierdo, una personalidad esencial para entender la cultura culinaria de nuestro país, pero hay dos razones que destacan por encima de todas: su maravillosa humildad y su permanente sonrisa.
Con una discreción incombustible, intentando siempre mantener perfil bajo, pero tendiendo la mano y ofreciendo una sonrisa a quien se lo pidiera, Teresa se convirtió en la mamá sabia que todos los cocineros buscaban. Su enorme presencia, siempre de blanco, fue una constante en todas las actividades de la gastronomía nacional y como anfitriona y cocinera de su restaurante “El rincón que no conoces”.
Nunca se ensoberbeció con el reconocimiento ni con la fama. Ni cuando en el 2008 Apega y Promperú le entregaron el Ají de Plata como un reconocimiento a su labor pionera, ni cuando hace algunos meses la Cancillería le entregó la Orden al Mérito por Servicios Distinguidos en el Grado de Gran Oficial, ni tampoco cuando los cocineros de aquí, allá y acullá se rindieron ante sus manos creadoras.
Había una base de autenticidad en la cocina de Teresa que no es fácil encontrar en otros lados. Hija y nieta de guisanderas populares, aprendió, conservó y difundió técnicas y recetas antiguas. Jamás se guardó ningún secreto. Dominaba los recutecus para hacer un seco o una carapulca, insistía en conservar el orden adecuado para preparar un aderezo, pero también conocía la diferencia entre un ajiaco, un picante y un guiso. Y todo lo sabía por el ejercicio cotidiano del oficio, ya que nunca pasó por escuelas o academias.
Su arte fue genuinamente peruano poniendo sobre la mesa de “El rincón que no conoces” desde hace más de 30 años, una cocina casera de esencia criolla desairada en esos años por los restaurantes de mantel largo.
Con el correr de los años, Teresa, mujer sabia como pocas, aceptó sin aspavientos pero con espíritu crítico los cambios e innovaciones de las vanguardias culinarias: “debemos innovar sin matar la receta”, decía. Máxima cuya vigencia es innegable en estos momentos.
Descansa en paz, Mamá Teresa que miles de jóvenes conservarán tu legado.

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