Es una ciudad con poco
más de 300 mil habitantes convertida en el segundo destino turístico del Brasil
gracias a sus tres atracciones principales: las cataratas (una de las siete
maravillas del mundo moderno), la enorme represa hidroeléctrica de Itaipú (que
Brasil comparte con Paraguay merced a un convenio firmado en 1974) y el Parque
de las aves, el vivero más grande del mundo, según los brasileros, que reúne a
un millar de aves de diversas partes del mundo y con las que el visitante puede
interactuar, aunque con cierta precaución.
Hace doscientos mil
años una enorme falla geológica en el cauce del río Paraná originó que la
desembocadura (se le dice “foz” en portugués) del río diera paso a esta
maravilla de la naturaleza, bien explotada por argentinos y brasileños que le
ganaron la mano a los paraguayos (“iguazú” significa “agua grande” en guaraní)
merced a disputas limítrofes y cuchipandas políticas.
En Foz do Iguazú, como
en el resto del país, abundan las “churrascarías”, es decir, locales donde ofrecen diferentes cortes
de carne que se comen asadas o ahumadas y se acompañan de arroz, frejol, ensaladas,
plátanos y salsas en base a mandioca. Otra modalidad muy usada y popular son los bufet al peso, donde el coste del plato es directamente proporcional a la cantidad servida. La oferta es muy variada e incluye carnes, pescados, arroces, pastas, sopas y verduras. Probar el pan de queijo a cualquier hora del día es casi una obligación.
Los restaurantes japoneses son numerosos
y concurridos, ya que Brasil tiene la mayor inmigración de América Latina. Un
ejemplo es el Miyako, local clásico, pequeño y pulcro donde no hay música
(¡gracias a la providencia!) pero sí pescado fresco para sushi (temaki),
sashimi, tepanyaki y otros platos de la cocina tradicional nipona.
La industria
vitivinícola en plena expansión se sitúa en Río Grande do Soul, en la llamada
Sierra Gaucha que hace frontera con Uruguay. En esa zona se congregan las
principales bodegas (Miolo, Casa Valduga y Salton) que producen tintos pero
sobre todo estupendos espumantes que vale la pena descubrir.
Sin embargo lo que
realmente me llamó la atención en esta pequeña ciudad es la cantidad increíble
de cervezas producidas artesanalmente con sabores y aromas que van desde nueces
de cajú hasta caramelo pasando por flores blancas y cítricos. De hecho, la
corriente gastronómica más fuerte en el lugar se inclina por el maridaje con
cervezas antes de hacerlo con vinos. Para mayor información visite el blog http://vareakorocho.blogspot.com/
Ficha Técnica. Restaurante Miyako: Rua Parigot de Souza 258.
Jardim da Cerveja: Avenida Jorge
Schimmelpfeng 700, Foz de Iguazú
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