La reina de los dragones |
Las Bardenas Reales son enormes extensiones (42,000
hectáreas) de terreno semidesértico de salvaje belleza que intimida por sus
caprichosas formaciones rocosas y su inhóspita desnudez. Ellas forman un Parque
Natural declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco. Las Bardenas son una
antigua posesión real que hoy pertenecen a la Comunidad de Navarra. Ahí pasta
el ganado de los labriegos de los municipios colindantes, llamados ‘pueblos congozantes’,
siguiendo ordenanzas fechadas varios siglos atrás.
Las Bardenas están ubicadas en Navarra y su insólito
paisaje ha inspirado a pintores, escritores y directores de cine de toda laya.
Sin ir muy lejos, en setiembre pasado la exitosa serie de la HBO Juego de Tronos llevó sus estrellas a
estas tierras reales para grabar la sexta temporada.
Pueblito de Olite |
La hermosa y menudita actriz inglesa Emilia Clarke
(considerada la actriz más sexy del 2015 por la revista Esquire, gracias a los desnudos de la primera temporada), se paseó
de incógnito por Olite, un encantador pueblito medieval que guarda la impronta
visigoda, judía y árabe en los palacios, iglesias, caserones de paredes de
piedra y murallas del casco antiguo de la ciudad que aún se conservan.
Sentada junto a su novio en una mesa del hotel Parador
(el más importante representante del gótico civil de Navarra), la bella
Khaleesi o “madre de dragones” provocó soponcios y estados alterados de
conciencia al joven periodista peruano (fue el primero en reconocer a la actriz
y quizás el único que se atrevió a abordarla) que formaba parte del grupo de prensa
que visitó varios pueblos de Navarra atendiendo la invitación de la Oficina de Turismo
de Navarra y Tourspain.
Luego de la excitación viene la penitencia. Y así
llegamos hasta el Puente la Reina para ver el Camino de Santiago, impresionante
romería de curiosos, devotos y penitentes que desde distintos lugares del mundo
surcan a pie o en bicicleta interminables kilómetros hasta llegar a Santiago de
Compostela. En el camino deben sellar su “credencial de peregrino” en iglesias,
albergues o bares autorizados. El año pasado doscientos treintaisiete mil
caminantes entraron a Compostela.
Las Bardenas Reales |
Pero ni la Cueva de las Brujas ni el Museo en su honor
apelan al folclor brujeril de calabazas agujereadas, fantasmas etéreos y viejas
narigonas sentadas en palos de escoba. Nada que ver.
El propósito más bien es recuperar una etapa dolorosa
de la historia para conectarse con el pasado, honrarlo, entenderlo y asumirlo
como parte de lo que pasó en la región.
En el Siglo XVII Zugarramurdi era una zona pastoril y
sus habitantes estaban ligados a la tierra en estrecho contacto con la
naturaleza. Las mujeres sabían de plantas medicinales, fungían de parteras,
aliviaban dolores y desfacían
entuertos en fiestas nocturnas a la luz de la luna bajo la advocación del macho
cabrío. Pero la Inquisición no toleraba costumbres, pensamientos, sabidurías y
hasta una lengua diferente por lo que reprimió crudamente a los habitantes.
“La incomprensión y el ansia de dominación
transformó aquellos rituales y fiestas en akelarres, los cánticos en conjuros,
las palabras en sortilegios y las creencias paganas en magia negra”, se lee en
una de las pantallas interactivas del museo. Dicho sea de paso, akelarre es una
palabra de origen euskera formada de aker
(macho cabrío) y larre (prado o
campo), por lo que pasó a significar reunión de brujas frente al demonio
representado por el macho cabrío.
Vale la pena recordar que la demonización del
macho cabrío llega con el cristianismo. Es una palabra eufónica muy cara a la
cultura vasca. No es casual entonces que el restaurante del mago Pedro Subijama
en San Sebastián (con tres estrellas Michelin) se llame así: Akelarre.
Pero volvamos a la historia. El resultado de esta caza
de brujas fue devastador. Más de trescientas personas de Zugarramurdi, -hombres, mujeres, niños, ancianos- fueron juzgadas y condenadas a la hoguera en el mayor
proceso de brujería que se conoce en la historia. El Museo retrata la sociedad
vasca de la época con sus personajes mitológicos y leyendas así como el proceso
inquisitorial que se vivió. Los trescientos nombres están registrados y las
víctimas tienen un breve resumen de su paso por el mundo. Es un museo de la
memoria que propone la sanación y la reconciliación. Y la magia está allí.
En la cueva de las brujas |