3.16.2016

DRAGONES, SANTOS Y BRUJAS DE NAVARRA

La reina de los dragones
Las Bardenas Reales son enormes extensiones (42,000 hectáreas) de terreno semidesértico de salvaje belleza que intimida por sus caprichosas formaciones rocosas y su inhóspita desnudez. Ellas forman un Parque Natural declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco. Las Bardenas son una antigua posesión real que hoy pertenecen a la Comunidad de Navarra. Ahí pasta el ganado de los labriegos de los municipios colindantes, llamados ‘pueblos congozantes’, siguiendo ordenanzas fechadas varios siglos atrás.

Las Bardenas están ubicadas en Navarra y su insólito paisaje ha inspirado a pintores, escritores y directores de cine de toda laya. Sin ir muy lejos, en setiembre pasado la exitosa serie de la HBO Juego de Tronos llevó sus estrellas a estas tierras reales para grabar la sexta temporada.


Pueblito de Olite 

La hermosa y menudita actriz inglesa Emilia Clarke (considerada la actriz más sexy del 2015 por la revista Esquire, gracias a los desnudos de la primera temporada), se paseó de incógnito por Olite, un encantador pueblito medieval que guarda la impronta visigoda, judía y árabe en los palacios, iglesias, caserones de paredes de piedra y murallas del casco antiguo de la ciudad que aún se conservan.

Sentada junto a su novio en una mesa del hotel Parador (el más importante representante del gótico civil de Navarra), la bella Khaleesi o “madre de dragones” provocó soponcios y estados alterados de conciencia al joven periodista peruano (fue el primero en reconocer a la actriz y quizás el único que se atrevió a abordarla) que formaba parte del grupo de prensa que visitó varios pueblos de Navarra atendiendo la invitación de la Oficina de Turismo de Navarra y Tourspain.

Luego de la excitación viene la penitencia. Y así llegamos hasta el Puente la Reina para ver el Camino de Santiago, impresionante romería de curiosos, devotos y penitentes que desde distintos lugares del mundo surcan a pie o en bicicleta interminables kilómetros hasta llegar a Santiago de Compostela. En el camino deben sellar su “credencial de peregrino” en iglesias, albergues o bares autorizados. El año pasado doscientos treintaisiete mil caminantes entraron a Compostela.

Las Bardenas Reales
 Si Juego de Tronos disparó la fama de las Bardenas Reales, las Cuevas de Zugarramurdi también fueron catapultadas a la fama merced a la película de Álex de la Iglesia (se encuentra en Netflix) y a la trilogía de Dolores Redondo sobre las brujas del Baztan que fue un éxito editorial.

Pero ni la Cueva de las Brujas ni el Museo en su honor apelan al folclor brujeril de calabazas agujereadas, fantasmas etéreos y viejas narigonas sentadas en palos de escoba. Nada que ver.
El propósito más bien es recuperar una etapa dolorosa de la historia para conectarse con el pasado, honrarlo, entenderlo y asumirlo como parte de lo que pasó en la región.

Bruja del imaginario navarro

En el Siglo XVII Zugarramurdi era una zona pastoril y sus habitantes estaban ligados a la tierra en estrecho contacto con la naturaleza. Las mujeres sabían de plantas medicinales, fungían de parteras, aliviaban dolores y desfacían entuertos en fiestas nocturnas a la luz de la luna bajo la advocación del macho cabrío. Pero la Inquisición no toleraba costumbres, pensamientos, sabidurías y hasta una lengua diferente por lo que reprimió crudamente a los habitantes.  

“La incomprensión y el ansia de dominación transformó aquellos rituales y fiestas en akelarres, los cánticos en conjuros, las palabras en sortilegios y las creencias paganas en magia negra”, se lee en una de las pantallas interactivas del museo. Dicho sea de paso, akelarre es una palabra de origen euskera formada de aker (macho cabrío) y larre (prado o campo), por lo que pasó a significar reunión de brujas frente al demonio representado por el macho cabrío. 

Vale la pena recordar que la demonización del macho cabrío llega con el cristianismo. Es una palabra eufónica muy cara a la cultura vasca. No es casual entonces que el restaurante del mago Pedro Subijama en San Sebastián (con tres estrellas Michelin) se llame así: Akelarre.


Pero volvamos a la historia. El resultado de esta caza de brujas fue devastador. Más de trescientas personas de Zugarramurdi, -hombres,  mujeres, niños, ancianos- fueron juzgadas y condenadas a la hoguera en el mayor proceso de brujería que se conoce en la historia. El Museo retrata la sociedad vasca de la época con sus personajes mitológicos y leyendas así como el proceso inquisitorial que se vivió. Los trescientos nombres están registrados y las víctimas tienen un breve resumen de su paso por el mundo. Es un museo de la memoria que propone la sanación y la reconciliación. Y la magia está allí.

En la cueva de las brujas






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