6.24.2017

SALVE, CAMARÓN

Un mes atrás los cocineros Paul Perea de Salamanto, Arequipa, y el tacneño Giacomo Bocchio de Wallqa convocaron a un conversatorio llamado “La ignorancia mata al camarón”. La idea detrás del título era sensibilizar a cocineros y consumidores sobre la imperiosa necesidad de proteger este decápodo tan característico de la cocina arequipeña.

El chryphiops caementarius o camarón de río solo existe en la franja que va desde Pativilca hasta Iquique en Chile. Las hembras desovan en el río, las larvas se desarrollan al borde del mar y luego emprenden la subida a través de los ríos Cañete, Ocoña, Tambo y Majes; de estos la mayor producción está en el Ocoña.

Foto de Imarpe
 En estado larvario el camarón es muy vulnerable, tanto que de 15,000 huevos puestos por una sola hembra en su medio natural solo el 5% sobrevive, dice el ingeniero pesquero Aníbal Verástegui cuya tesis de grado en la Universidad Nacional Agraria La Molina fue precisamente sobre la reproducción inducida de esta especie. Su vulnerabilidad aumenta cuando se despoja de su caparazón para crecer y engordar. Para la pesca deben tener 7 cm como mínimo, algunos, cada vez más escasos, pueden llegar a medir 45 cm.

El camarón está en peligro de extinción? Digamos que está en alerta ámbar. La minería informal que bota sus residuos tóxicos al río, la pesca indiscriminada, la contaminación agrícola y el propio crecimiento de las ciudades están haciendo un daño irreparable a la especie.

El camarón es depredador (desplazó al camarón de Malasia con el que alguna vez quisieron criarlos en el mismo espacio) y carroñero, se alimenta de materia vegetal, restos de peces y todo lo que encuentra en el lecho del río, incluso podría estar acumulando mercurio, veneno que la minería vierte a las aguas y se aloja en algas y zooplancton, organismos primarios de la cadena trófica.

Camaroneros del valle de Lunahuaná
La veda es la solución? Para el biólogo y ambientalista Edwin Bocardo de la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa la veda es innecesaria y no está bien ubicada. “Es buena para los camaroneros pero mala para el crustáceo porque está en plena de etapa de crecimiento”. Complementa Verástegui quien opina que lo fundamental es el manejo adecuado de cuencas para evitar el deterioro de los recursos hídricos y terminar de desarrollar la tecnología de reproducción inducida para una producción a nivel comercial. “Un gran negocio!”, advierte. “Es un mito que el camarón tiene que desovar en el mar. Se pueden crear áreas salobres artificialmente y dejar que el camarón migre en un espacio controlado”.

Pesca en el río Lunahuaná con cocineros y camaroneros
Ambos reclaman investigación, casi desaparecida de las aulas universitarias por los exiguos presupuestos. La única manera de proteger a la especie es conociéndola e investigar si las técnicas de repoblamiento y engorde del langostino que nuestros vecinos ecuatorianos llevan con éxito en granjas de su país pueden replicarse acá.
Chicharrón de camarón en Lunahuaná
En algunas cuencas hay mayor población camaronera pero de menor tamaño. Lo comprobé primero en el Mercado San Camilo y luego en un restaurante donde me sirvieron unos camarones flacos y esmirriados que apenas si cumplían con el tamaño oficial. En realidad eran camaronas porque no tenían tocolas (o enormes 'pinzas articuladas' tal como lo describió Mario Vargas Llosa) vistosa característica de los machos que no aporta tanto sabor cuanto presencia en el plato.
Pobladores de Ocoña protestan por contaminación
De veras, el camarón está en peligro de extinción porque el recurso hídrico y las prácticas de manejo presentan problemas. Sin camarón el Perú ya no sería “un cocinero sentado en una olla de chupe de camarones”, según sabio decir de Raúl Vargas. Es momento entonces que lo tomemos en serio. Muy en serio.

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